Bailando con Capote (Entrevista)

Toni Montesinos, con quien tuve la suerte de colaborar la pasada primavera en un ciclo de recitales, ha publicado esta semana una entrevista que me hizo al estilo de Capote en su blog,  Alma en las palabras, el cual recomiendo visitar encarecidamente. Así fue la cosa:



En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pepe Ramos.


Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?

La boca de M.T.


¿Prefiere los animales a la gente?

El homo sapiens también es un animal, pero me gustan los que no llevan ropa. Y los que se la quitan ante mí son mis favoritos.


¿Es usted cruel?

Sí, pero solo de palabra y con todos por igual, incluso conmigo. Conmigo el que más.


¿Tiene muchos amigos?

Sí, me faltan dedos para contarlos. También tengo muchos conocidos y demasiado gilipollas a mi alrededor con acceso a mi número de teléfono.


¿Qué cualidades busca en sus amigos?

Las de sus amigas.


¿Suelen decepcionarle sus amigos?

Pocos de ellos saben moverse con soltura entre mi neurosis habitual, así que los veo trastabillar de vez en cuando y a veces me gustaría que fueran de otro modo, pero de ahí a decir que decepcionan va un largo trecho.


¿Es usted una persona sincera? 

Sí, pero no explícita: omito pero nunca miento.


¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?

Visitando doctores. Por lo general es un vicio más saludable que ir de bares aunque entraña riesgos mayores. He probado casi todas las drogas, he escalado, he tenido varios accidentes graves de moto pero nunca nada me ha provocado tanto subidón como el de un diagnóstico erróneo. Desde entonces oigo la palabra trasplante y se me ponen los pelos como escarpias. Ya sé que hoy por hoy es una práctica marginal, pero es un hobby que tarde o temprano se acaba imponiendo. Los viejos no son tontos.


¿Qué le da más miedo?

El papeleo.


¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?

La indolencia de la mayoría ante las injusticias. Que existan monstruos es inevitable, pero que cuenten con la pasividad y el silencio de la sociedad es como para hacérnoslo mirar.


Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?

Superhéroe y escritor en mi identidad secreta.


¿Practica algún tipo de ejercicio físico?

La hipoteca.


¿Sabe cocinar?

Estudié cocina varios años y creo que es lo mejor que haya estudiado nunca. Un buen pastel de puerros iguala en mi escala de placeres a un buen concierto pero con la ventaja de que el pastel lo puedo hacer yo cuando quiera. Cocinar bien es invertir en placer, economía y salud y la mejor manera de garantizarte de por vida comensales interesantes que sentar a tu mesa.


Si el Reader’sDigest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?

Cuando el rey se cayó de bruces en las escalinatas del congreso tenía cerca a dos militares de una edad tan avanzada como él. Uno de ellos le ayudó a levantarse con notable riesgo de caer él también al suelo, cruzando mutuamente una mirada de complicidad entre dos hombres al final de sus días difícil de olvidar y que no pasó inadvertida para el público que rompió en aplausos. 
Yo elegiría al otro militar, al que se reía.


¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?

¿Depilada?


¿Y la más peligrosa?

Progreso. Las barbaridades más grandes siempre se perpetran en su nombre.


¿Alguna vez ha querido matar a alguien?

No, sin lugar a dudas. Se ha escrito mucho sobre el desafortunado accidente pero creo que ya va siendo hora de que la prensa pase página.


¿Cuáles son sus tendencias políticas?

Poder votar las decisiones que rigen el mundo sin intermediarios. No sé si hay algún ~ismo que englobe esta tendencia.


Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?

Una enfermedad venérea, un Peta-Zeta gordo explotando o el icono del mojón con ojos del Whatsapp.


¿Cuáles son sus vicios principales?

Estoy enganchado a la vergüenza ajena. Me rodeo voluntariamente de tipos pagadísimos de sí mismos porque suelen ser los que más juego dan. No es que obtenga placer al criticarlos -que también lo hago- sino que atesoro en mi memoria sus grandes cagadas en alta definición y las rememoro una y otra vez prestando atención a los detalles y a su repercusión entre los demás testigos. Es una mezcla perfecta entre perfomance casual y reality show. Tengo en mi mente un Youtube de la grima que me divierte, me educa e incluso me hace mejor persona.
Las benzodiacepinas.


¿Y sus virtudes?

Un sentido del humor a prueba de adversidades y gratitud eterna a quien demuestra estar de mi lado.


Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?

Mi hermana Pili comprándome un donut mi primer día de colegio, mi primera pelea ganada, el 23-F, las torrijas de leche de mi madre, las tetas de Raquel (y Raquel) en el vestuario del campo de fútbol, las cintas de los Pililas Rebeldes, el R-12 ranchera rojo de mi padre, el hospital San Rafael, las litronas en la dehesa, los primeros libros, el vacío, la tertulia en la rebotica de la librería García Lorca, el barrio, las acampadas, el vacío otra vez, mi CX25, la imprenta... todo fundiéndose a negro mientras suena un pasodoble de fondo como en una película de José Luis Cuerda: cine español, al fin y al cabo.